martes, 6 de mayo de 2008

Homenaje al "bicho" de Cortazar


LA POETA QUE FUE AL FONDO DE TODO:

“Explicar con palabras de este mundo, que partió de mí un barco llevándome”. A. Pizarnik

Alejandra Pizarnik nació en Buenos Aires, el 29 de Abril de 1936, en una familia de inmigrantes de europa oriental. Estudió filosofía y letras en la Universidad de Buenos Aires y, mas tarde, pintura con Juan Batlle Planas. Entre 1960 y 1964, Pizarnik vivió en París donde trabajó para la revista "Cuadernos" y algunas editoriales francesas, publicó poemas y críticas en varios diarios, tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé, e Yves Bonnefoy, y estudió historia de la religión y literatura francesa en la Sorbona. Luego de su retorno a Buenos Aires, Pizarnik pub licó tres de sus principales volúmenes, "Los trabajos y las noches", "Extracción de la piedra de locura" y "El infierno musical", así como su trabajo en prosa "La condesa sangrienta". En 1969 recibió una beca Guggenheim, y en 1971 una Fullbright. El 25 de septiembre de 1972, mientras pasaba un fin de semana fuera de la clínica siquiátrica donde estaba internada, Pizarnik murió de una sobredosis intencional de seconal. Sobre el pizarrón de su cuarto de trabajo escribió, la noche en que se fue para siempre: “No quiero ir/ nada más/ que hasta el fondo”.
Hasta el momento de su suicidio, Alejandra Pizarnik (1936-1972) había nombrado la muerte y su vacío de una y mil formas, en su propia lengua, y burlando toda las si
mplificaciones. Se había mirado en ese espejo oscuro como una niña fascinada y perturbada a la vez con su reflejo. Hasta que se sumergió en él, y ella y su imagen fueron la misma cosa: “La noche soy yo y hemos perdido/ así hablo yo, cobardes./ La noche ha caído y ya se ha pensado en todo”. A partir de entonces, de su desaparición física producida por una sobredosis de barbitúricos (cincuenta pastillas de Seconal), poetas y lectores (entre los que se contaron figuras de la t alla de Julio Cortázar, que la apodó cariñosamente “mi bichito”, Olga Orozco, que compiló años después de su muerte junto a Ana Becciú los Textos de sombra y últimos poemas, y Octavio Paz, que prologó una edición de su Arbol de Diana) se interesaron por explorar las claves de su poesía, de esa voz singular e irrepetible que le dieron un lugar en la literatura.

“Necesité olvidarla después de leerla, porque ella puede dejarte los ojos tatuados”, dice en
este contexto Viola Fisher. “Y creo que esto les ocurrió a muchos de mis colegas. Necesitamos olvidarla para no frustrarnos en el intento de imitarla, de querer parecernos. Aunque ella es a la vez la que nos descubre nada menos que una nueva forma de escribir.” Para Mayol, que se reconoce después de años de transitar su poesía “todavía extrañada ante la potencia de ese mundo”, lo que define el universo Pizarnik es precisamente el hecho de que encuentra su espacio “en el mismo límite entre la vida y la muerte, en la voluntad de morir, que sin embargo escribe”. Lo que Batillana califica como “un núcleo irreductible y doloroso, una verdad última. La intención de postularse ella misma como poema, de escribirse con el propio cuerpo”.


MUCHO MÁS ALLÁ

¿ Y si nos vamos anticipando

de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza?


¿Y qué?
¿Y qué me das a mí,
a mí que he perdido mi nombre,

el nombre que me era dulce sustancia

en épocas remotas, cuando yo no era yo
sino una niña engañada por su sangre?

¿A qué , a qué
este deshacerme, este desangrarme,
este desplumarme, este desequilibrarme

si mi realidad retrocede

como empujada por una ametralladora
y de pronto se lanza a correr,
aunque igual la alcanzan,

hasta que cae a mis pies como un ave muerta?

Quisiera hablar de la vida .
Pues esto es la vida,
este aullido, este clavarse las uñas
en el pecho, este arrancarse
la cabellera a puñados , este escupirse
a los propios ojos, sólo por decir,

sólo por ver si se puede decir:

"¿es que yo soy? ¿ verdad que sí ?

¿no es verdad que yo existo
y no soy la pesadilla de una bestia?".


Y con las manos embarradas
golpeamos a las puertas del amor.
Y con la conciencia cubierta
de sucios y hermosos velos,
pedimos por Dios.
Y con las sienes restallantes

de imbécil soberbia
tomamos de la cintura a la vida
y pateamos de soslayo a la muerte.

Pues esto es lo que hacemos.
Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza.








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